Como cuando te atropellan por Surco, ya, así, igualito...
Si ponen un semáforo, no me molesto
Ayer, en menos de dos meses, fue la segunda vez que me atropellan en el cruce de la Av. Manuel Olguin con la Calle El Incario en el populoso y pequeño distrito de Santiago de Surco. Esa zona llena de BMW, Audi, Mercedes Benz, Hondas, Porches y demás marquitas de autos de fácil comercialización.
Camionetones llenos de chibolos manejados por esposas pitucas que se pasan todo el día en el Gold's Gym, Bodytech o con el personal trainner en su casa de una manzana.
Carritos de lujo conducidos por pulpines que no saben ni lavarse la cara ni reconocer cuando alguien "de a pie" cruza la pista. Como yo por ejemplo, que uso esa ruta para irme a correr al Pentagonito y sudar un rato y quizá quemar más calorías que todas esas personas que se la pasan en el gimnasio.
Sí, soy una vecina de este distrito que cada vez, debe agradecer a su trabajo por tener EPS y poder estar "segura" de contar con una atención rápida en un clínica (aunque me tenga que ir hasta San Borja, ya que por allá está la Clinica Internacional, en fin) ante cualquier eventualidad que ponga en riesgo su vida.
Gracias a las películas del churro de Bruce Willis y el astuto Jackie Chan, he tenido reflejos suficientes como para poder saltar, esquivar, caer y rodar cada vez que un energúmeno individuo ha doblado esa calle sin usar las estúpidas y sensuales luces direccionales.
Estos mal llamados conductores creen que sus carros tienen un sensor que diga "huevón te vas a llevar a alguien" y que como cosa mágica, el carro se va a detener. ¡No, no tienen ese sensor! Se supone que para eso Dios te dio dos ojos para poder ver cuando alguien (yo) va a cruzar la pista.
Justo, es una pista de doble vía y como habrán visto, no tiene ni siquiera una señal de "Pare" (aunque igual ni lo verán); por ende hay que estar 852 ojos para poder ver (adivinar) si algun inhumano ser va a doblar. Claro, como tengo ese sexto sentido de leer la mente, voy a saber por dónde vas a ir y yo suicida, voy a saltar sobre tu carro a ver si la parca no me recoge.
Claro, hay que ser conscientes que hay personas (imbéciles) que también cruzan por donde no deben, no miran, se pegan al teléfono y ni cuenta se dan que un Kía Cerato rojo del 2012, mecánico les puede pasar encima...
Pasa de todo, es verdad, pero esta vez hablo de mi y de la suerte que tengo de poder escribir esto y no tener ningun hueso roto. Sin embargo, la suerte no me va a acompañar toda la vida, más aun con individuos que te miran con una sonrisota viendote correr para evitar que te aplasten.
Se nota que muchos de ellos nunca han caminado en su vida ni cruzado una pista, por eso la panza no les deja cerrar el cinturón con normalidad o de repente no se acuerdan cuando también renegaban por algún energúmeno que no sabía manejar ni algun imprudente que no sabía cruzar la pista.
Todo da vueltas, ustedes los que manejan deben tener en cuenta que no solo ponen en riesgo la vida de los que andan por la calle sino la suya también, sin contar el platal que el seguro les va a quitar y el tiempo que perderán en la comisaría.
Cochina costumbre de creer que el color ambar siginifica "apúrate huevón que ya viene el rojo".
Ojalá no les pase algo o que alguna persona de su entorno esté en mi lugar, porque saben que todo da vueltas...
Al alcalde, Roberto Gómez Baca, a ver si con los arbitrios de tanto "pudiente" puede poner un semáforo, rompe muelle, lomitas, sereno, ladrillo, clavos o algo en ese cruce para que no hayan más accidentes.
No es divertido andar saltando sobre los carros para evitar que me atropellen, eso duele y el asfalto aun más (en estos casos, la gravedad, pone todo de su parte). Tengan por seguro que soy una de las pocas personas que respeta las señales, se pelea con motos, taxistas, combis, oriones y demás para que puedan hacer lo correcto al manejar, pero si en una de esas un carro me lleva al cielo, créanme que será un poco difícil escribir desde ese lugar.